Notas y sueltos

miércoles, 15 de mayo de 2019

Cuarto día: Valle de los Caídos, San Lorenzo del Escorial y taller literario-musical (15.5.2019)

JRPedraza. Quedan temas pendientes por desarrollar. Pero es tan denso el tiempo, que no da para más. A falta de que el lector/a nos riegue la memoria, la redacción física de este blog viajero y el movimiento de los estorninos los hemos ido dejando en el tintero y, de momento, son asuntos por tocar cuando dejemos de estar tan tocados (entiéndase la acepción que libremente quieran ustedes).
La noche de ayer fue buena. El alumnado va entendiendo que un cierto sosiego es necesario, que es bueno administrar las fuerzas y que al día siguiente se vive mejor resguardándose un poco. De unos cuantos aprendizajes que creemos que están teniendo, éste es uno.
Rosa la anfitriona volvió a estar con nosotros de guardiana. Antes de ayer estuvo Fernando, hombre afable y recio al que hay que tenerle respeto, no nosotros, aquel que intentara asaltar el fortín. Es centinela imponente. Hagánse a la idea de que es otro Pedro, algo más canoso, pero igual de envergadura y porte. Hace un rato ha vuelto Fernando, así que la noche será tranquila.
El autobús está yendo bien. Un amaguillo de batería-off se cernió sobre la expedición. No puede ser, dijimos. Quizá algún rezo de alguien sirvió para que esta mañana el cacharro despabilara enérgico, porque nos veíamos el día de San Isidro echando una barbacoa entre los pinares en derredor del CIE antes que por las faldas de la Sierra del Guadarrama haciendo visita a los imponentes lugares que nos prometíamos ver en el programa del miércoles. El guarda de ayer se hubiera salido con la suya. Los maestros con él en la garita echando el día como los viejos en las obras. 
Testigos del desentaponamiento del burracón de 13 metros fue una banda de patos que tenemos de vecinos. Mama pata pateando con los patos chicos estaban desayunando cuando fuimos a ver si echábamos a andar o no. Antonio estaba exultante en comparación a como lo dejamos anoche.
Mientras estábamos llamando para levantarse, "¡Bon día, Bonjour, Good morning,...!", en la segunda o tercera puerta de una camareta, aporreando con los nudillos, desde el techo nos cayó un berrido de decibelios que sirve de diana cuando Rosa, desde la planta de abajo, le da al botón. Como a traición por la espalda  nos golpeó un torrente de voz de Adele: "Jelouuuuuuuu". ¡Qué susto! El vello como escarpias. La efectividad de la cantante inglesa fue mucho más potente que la bobada de los bon-días, los gudmornin y los quinto-levanta. Jesús-mío, jesús-mío.
El desayuno, rutinario. Niveles repuestos un poco antes que los días precedentes debido a que teníamos que entrar a su hora en Cuelgamuros, el valle del Valle de los Caídos.
Con el pinar que nos abriga, justo atravesando la barrera de salida del recinto y mirando al guarda para ver si cruzábamos alguna complicidad de la hazaña que pretendió ayer, Laura M. que, sin previo aviso, pega un estornudo que por poco nos saca el corazón por la boca después de lo de Adele. "-¡Perdón, me ha salida del alma". Por poco no se salió del pellejo, qué viaje de miasmas.
A las 9 en punto nos dispusimos camino Escorial. A mitad de camino y en pleno ecuador de la excursión, Pedro llamó a Pepa. Conducto reglamentario. Dimos cuenta del estado de la tropa. Desde aquí, contentos de todo. Desde allí, satisfacción de lo recibido.
Tras unos cuantos kilómetros por la A6 se empezó a divisar en lontananza la vaguada en cuesta de Cuelgamuros, la mole granítica en la que Franco hizo construir a lo largo de la dictadura la que sería su sepultura. Pico y pala de cientos de represaliados que fueron abriendo un exorbitante túnel bajo las piedras para inhumar a miles de muertos en la nefasta guerra nuestra y que hoy se epitafian (todos) bajo el título de "Caídos por Dios y por España. 1936-1939. RIP". En abril de 1959 mandó llevar desde Alicante a José Antonio, enterrado en el altar mayor.
René hizo evaluación inicial de lo que el alumnado sabía de qué era aquello que íbamos a conocer. Ninguno habíamos ido antes, aunque casi todos sabíamos cosas. Los chicos mostraban conocimiento y, cuando no, interés por escuchar a sus iguales.
Tras pasar por el arco de seguridad, penetramos la montaña hacia el altar mayor. René desgranaba datos en una intentona de no tomar más partido de la cuenta que la perspectiva crítica que cualquier historiador debe tener ante el desmán monumental y sociopolítico. Los gobiernos civiles recibieron instrucciones para mandar a muertos de la Guerra, nacionales y republicanos, siempre que fueran bautizados, no dudosos de ateísmo. Embalses y vías férreas fueron, entre otros,  infraestructuras que se construyeron sin rechistar y sin costo. Con vidas.
Si ya todo rezuma horror, controversia, que Franco esté sepultado allí desde 1975 no habiendo sido víctima de la Guerra y sí causante es lo que da la vuelta de tuerca que ha encrespado algunos ánimos (que si era una deuda pendiente, que si el momento es inoportuno, que si es inoportuno por tardío,...).
La exhumación aprobada sin ningún voto en contra en tiempos de Rajoy en aplicación de la Ley de Memoria Histórica se llevará a efecto el 10 de junio. El Tribunal Supremo tiene un recurso sobre sus cabezas. A ver. 
Y todo esto viene a cuento por que la respuesta del alumnado fue respetuosa, racional, dialogada, significativa, crítica (y más para el año que viene en Historia de España) y el ambiente a la salida fue plácido, contrastado, argumentado de todos para todas y viceversa.
Nos sorprendió mucho que los monitores nos informasen de que no era frecuente la visita de estudiantado español, y menos andaluz, frente a un rosario continuo de étudiants français profundamente conocedores del significado del sitio. Nos llamó la atención que muchas familias argumentaban su negatividad a que sus vástagos visitasen la que puede ser una afrenta. Con modestia y respeto, pienso que para que los valores se consoliden más, sean más enteros,  nada negativo tiene el positivismo científico de tocar las pruebas para poder llegar a una perspectiva crítica de los hechos sociales, o bien que los valores se reestructuren, ajusten, inviertan, etc., etc. Sin que la visita suponga un cambio de pareceres, éstos seguro que se han desenmarañado o cementado un poco más. Siempre es mejor ver con ojos propios. La dureza del granito en cualquier caso es parecida a la de la visita.
En la misma solana del Sistema Central está El Escorial, un poco a occidente. 
Llegado al monasterio de San Lorenzo (por la batalla de San Quintín ganada a los franceses el 10 de agosto de 1557). Al principio fue de los jerónimos, y desde el XIX de los agustinos. El gigante pétreo que mandó construir Felipe II es difícil de comprimir en este formato. En dos grupos lo recorrimos: Biblioteca, Basílica, Iglesia Vieja, la vivienda del rey de negro,...No podemos relatar más a estas alturas. Nos llamó la atención que se le haya llamado la "pequeña Italia" por cosas como los frescos de Tibaldi, discípulo de Miguel Ángel, o que estén obras de Velázquez, El Greco, Tiziano, Bassano, Durero, El Bosco, ...
Allí murió Felipe II a los 71 años. Y enterrado está junto a sus ascendentes y descendientes coronados (casi todos, excepto Felipe V y Fernando VI) en el Panteón Real, 11 metros bajo el altar mayor de la Basílica. 
La obra arquitectónica que hizo Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera deja la boca abierta. Cuadros, ajuares de todo orden,...y la impresionante, a modo de tapiz -aunque sean frescos-, Sala de las Batallas. Merece el día completo, que no teníamos.
Volvimos a las 15, comimos (ensalada de pasta y filetes de lomo con salsa). Breve siesta, y a las 16'30 taller de lengua, literatura y música española por Jesús Arcos Villar. Hizo un repaso por la musicalidad hispana desde el Paleolítico a nuestros días. Enumeramos lo que manuscribimos en nuestro cuadernillo: flauta de 45000 años; celtas, iberos, caracola, cuernos; romanos, caramillo, lira;...
Cuando terminó la charla, el alumnado bailó, le pidieron permiso para tocar sus históricos instrumentos. La galería de fotos puede hacer algo de Gran-Hermano (de mirilla) de lo que allí se disfrutó.
Cenamos (espinacas con queso y pescado, flan), y, de ahí, tiempo libre. 
Ya es tarde. El día ha sido intenso en todo, hasta en el calor (aunque los cirros velados nos han aliviado el sistema nervioso y las chilondras).
Cerrando esta crónica de San Isidro (en Madrid y sin ir a las Ventas, ¡cabeza!), una charpa de nenes están de tertulia más frescos que rosas. "Fuera pegos, youtuber, venga quillo que no juego, yo me voy p'arriba,..." se oye decir. No tienen fin. Esta entrada bloguera sí, aquí.














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