JRPedraza. Cuando los días eran cortos y fríos, Madrid sonaba por el Departamento de Ciencias Sociales a "¡Maestra, que vengo a pagar...."!. Respuesta: "¡Ay, que hartura...con jota!". Una cola interminable en ristra iban desfilando como buenos paganos liquidando el presupuesto. Hoy Madrid suena a futbolines, a maletas rodantes, a ping-pong, ping-pong, ping-pong,...y huele un poquito, a estas horas de la noche, a humanidad.
Desde que salimos a las 15'15 hasta la hora de las brujas, la humanidad que los chicos y chicas han demostrado es total. Buen rollo de buena gente. 46 navegantes y 3 tripulantes.
La ruta empezó con la llegada de un trasatlántico naranja botado como "Pérez Cubero". Antonio, montalbeño de pro, al timón. Puerto de partida, Distrito Sur. Puerto de arribada, Colmenar Viejo. Poco más de 150 millas marinas, 404 km. terrestres.
Las caras lo decían todo. Una vez llenas las bodegas de bártulos, en la cubierta, sentaditos y ataditos, calle, avenida, autovía,...y tiramillas: Villafranca, El Carpio, Pedro Abad, Montoro, Villa del Rio...., el Tajo, y por fin, Madrid.
El viaje ha sido magnífico. Visto y no visto. Nos paramos en Almuradiel a tomar la merienda.
Mª José durante el camino hizo de señorita Rotenmeier (es un decir). Leyó normas y leyes, derechos y deberes (son alumnos/as -"¡Maestra con los deberes!"). Pedro dio la bienvenida, hizo de Vicedirector (con minúscula, se entiende). Cada uno en su papel. José Ramón contó y recontó (egoístamente para que no se le olvidara sumar,... y para no dejarse ningún elemento atrás).
En el camino hubo cántico, proclamas juveniles, risa, chiste,...(Pablo cogió el micrófono por cuenta propia y se le oyó por enésima vez: "-Dise..., esto era dos amigos que se encuentran....". -"Ja, ja, ja,...", y jajaja, y jajaja).
Por Puerto Lápice, Mª José Leal comenzó a decir el nombre completo del sitio al que veníamos. Pasamos a la altura de Consuegra, y los molinos de viento escuchaban en la lejanía el nombre de la institución-sede-organismo-órgano-entidad. Por Aranjuez la boca la llevaba hecha un estropajo y, a la altura del Cerro de Los Ángeles, se le escuchó decir "en Colmenar Viejo, de Madrid". Un buchito de agua, una botella de oxígeno. Ojú que largo el encabezado del folio.
Getafe nos sirvió para virar a estribor. Algún apunte geográfico que intentamos meter por el camino no fue bien recibido, pero cuando dijimos el Coliseum Alfonso Pérez Muñoz, por poco si vuelca el autobús para ver si pegaban un despeje y nos llevábamos el balón (imposible, a esa hora el Geta perdía con Barça 1-0 en el Nou Camp).
Dándole la vuelta a Madrid por la M40, cartelería de "Colmenar". Raquetas, scalextric, nudos asfaltados, rotonda,...y C.I.E. (Centro de Intercambio Escolar).
Tierra firme, y puerto de destino. Buen puerto. El sitio es un macrocomplejo de pabellones infinitos en los que entramos con buen pie. Solitos, tranquilitos, dueños de un latifundio edificado.
Cenamos lo que las mochilas dieron de si, charlamos, nos hemos ido conociendo un poco más, una pelota de trapo ya hizo de las suyas, y en eso que llegó Rosa, mujer encantadora, la responsable de este inconmensurable cortijo, todo desprendimiento, todo entrega. Anfitriona de como a todos nos gusta ser recibidos. Anfitriona acogedora.
El autobús se quedó limpio, ya nos encargamos de buscar pruebas de incriminación. Y no las encontramos. Tras la cena jardinera (de donde comimos, no de la sopa), todo quedó cual patena, más limpio de lo que estaba.
Cerramos el quiosco por hoy que ya va siendo hora. Ya contaremos nuestro puesto de redacción si el amable lector/a nos sigue leyendo en jornadas venideras.
Mª José, dulce ella, los ha reunido en asamblea pijamera y les ha recordado, como madraza que es, como uno/a del Averroes se tiene que hacer notar: recogida la habitación, ruidos cero, trasiegos sin trasiegos, baños aseados,...Pedro les hizo comprobar qué era el silencio, los hizo callar. Ole mi Pedro: "Así es como mañana tenemos que estar ante los monitores. Esto es respeto".
A lo lejos se escuchaban las teclas de un ordenador que ahora dejan de repicar.
Hasta mañana si Dios quiere.
sólo a un gran narrador,se le ocurre llevarnos con su imaginación, desde Córdoba hasta una residencia estudiantil, contándonos las pericias y anécdotas de tal viaje.
ResponderEliminarGracias por llevarme con tu narración, sin palabras