Notas y sueltos

sábado, 18 de mayo de 2019

Sexto día: fantasías animadas de ayer y de hoy, y la imperial Toledo (17.5.2019)

JRPedraza. Como vamos en casi todo a uña de caballo, algún cartucho se nos quedó pendiente en la recámara. Disparamos: 
a) Tras la cena, del tirón, nos metimos en el aula en la que el lunes ya habíamos previsto terminar el programa semanal. En los postres les dijimos que íbamos a hacer balance tanto nosotros como Alberto y Flavia. No había lugar a la duda de que era necesario y vitamínico. Con la didáctica que tiene la fotografía per se, ambos fueron calentando el ambiente haciéndoles reconocer y rememorar el paso por algunos de los monumentos, museos, palacios o talleres. Entre un "Pasapalabra" y un "Saber y Ganar". Todo positivo, nada negatifa. Se le ocurre decir a Alberto (haremos ahora su perfil y saldamos una cuenta pendiente que tenemos desde que lo conocimos), "-Bueno, también hay que ver si os hemos aburrido en algún momento...", y sin terminar de cerrar la frase, en medio de la multitud que se oye "-Sí eso". Era la respuesta bromista a una asamblea bromista, sana, entregada, a corazón abierto, a moco tendido de alguno y de lágrima fácil de alguna. ¡Lourdes, qué nos hiciste llorar a más de uno! La emoción estaba pringoteándolo todo: risas, piropos, aplausos y vitoreos, guiños, bravos, oles, vivas. "-¿Y la comida? -¿Y la convivencia? -¿Y la amistad?". Todo positivo, todo bromas, todo apertura de mentes y de corazones henchidos de la secuencia vivida.
Alberto: "-Uy, el primer día, a ver lo que pasa. Pero ha sido una experiencia tan hermosa. Sois tan educados como simpáticos". El discurso de Alberto (hay que buscarlo en las fotos para ponerle cara, delante de una pizarra con su compañera Flavia) es el mismo. Se acordó de las ayudas familiares, de las contribuciones posiblemente ni familiares cuando hay más necesidad en casos, hubo alabanza al profesorado que nos puso a trotar por dentro y a temblar por fuera de la emoción tan gorda. Este hombre debería no dejar de guiar, de conducir grupos, pero haría bien su empleador en mejorarle sus condiciones laborales, en subirle de escalafón y de sueldo, en mimarlo puesto que es patrimonio del entorno en el que se halle. Hago injusticia: bonhomía, entrega, talento, desprendimiento, compasión, abnegación, lucha, afabilidad,...(lo siento Alberto por no saber escribir mejor, pero mereces el cielo en tierra).
b) Tras las palabritas de los docentes, carantoñas cómplices de todos para con todos, sala despejada y ropita nueva con perfume rociado, empolvado facial a discreción, modelitos reservaditos y fiesta de disfraces. Cada cual bajó lo que tenía todavía en las habitaciones (bebidas, chuches, frutos secos, lomito,..., algo así como en los bautizos y comuniones en blanco y negro que hicimos los cincuentones), y pusimos música-disco (Deee Lite, Fine Young Cannibals, Anita Ward, Simple Red...). Pronto unos dijeron que si echamos una pachanga, otras que si se cambiaban para charlotear en sus alcobas, el caso es que allí nos vemos los tres como nos pasa a los padres llegadas estas edades: "-¿Queréis un yogurcito, os traigo agua?, yo me tenía que haber puesto las zapatillas, anda cámbiate...". Menos mal que se nos vino encima como lluvia de mayo -precisamente la que estaba cayendo en esos momentos-, Lucía T., Rafa P.,...y unos cuantos más a hacernos repaso (e imitación) de una división o legión claustral. No nos pudimos reír más. No podíamos venirnos de una excursión sin uno de los ingredientes imperecederos de su misma existencia: la sal.
Que se nos pasaba: el desfile de disfraces fue en realidad de modelos (masculinos) en pasarela. Flashes, posturas, contrapostos, hombros adelantados, giros imposibles, cambios de dirección estorninianos (los dedos al picar esto último se nos han anudado. Un momento, por favor). No llegaron al "Simple Irresistible" (1988) de Robert Palmer (https://www.youtube.com/watch?v=8JRXkfpEOJU), pero fue un amago de fantasía del que el grupo disfrutó como adolescentes.

Último día. Al norte se cernían amenazantes nubarrones negros como el hollín. El termómetro había caído como cayó la fiesta de ayer. El desayuno vino después de casi tirar de las sábanas por decreto y eso que sonó Camarón con "La leyenda del tiempo", y eso es para ponerse de pie y reverenciar; y el vello de punta sin tocarte el agua fría del lavabo en la cara. 
Protocolos mientras se abrochaban mochilas y maletas. Pedro, Maríajosé y José R. se sentaban solemnemente con Paco-el-director. Había que hacer reflexión y evaluación de lo hecho como en cualquier obra humana que se precie. Paco tomó buena nota de las aportaciones positivas que hicimos a tres bandas. Nos comprometimos a implementar sus programas con investigaciones que le reportaremos, amenazamos con volver y no hay duda de que todos saldremos ganando. El programa es una pasada de bueno y seguro que el Averroes puede mejorarlo si se nos permite. Pero para eso hay que no dejar de ir una vez al año.
Falete y Aihua, en nombre del colectivo cordobés, se despidió de todo el personal del CIE. Así se hacen las cosas. De ser mulo siempre hay tiempo (aunque siempre haya personas que prolonguen mucho en sus vidas ese estadío primigenio convirtiéndolo incluso en epitafio), y nos gusta ver a nuestros nenes interaccionar, relacionarse, dialogar, escuchar (esto mucho -defectillo de sabios-),...
La brújula apuntaba a nuestro corazón cuando el bus se pedorreó para que rodaran las ruedas, como rodó el viaje entero (mala metáfora, pero es la que ahora se nos ha venido al miajón cerebral). Toledo, la capital imperial, nos esperaba donde siempre. Toletum visigoda, Toledo patrimonio mundial desde hace tres décadas. En las dársenas suburbanas nos esperaba Beatriz, no la de Alcalá, la de Toledo. Vaya rosario de guías excelentes que hemos tenido la suerte de tener a lo largo de la semana, a cual mejor. Comenzó la visita con una ruta panorámica por la margen izquierda del Tajo, volando con el trasatlántico rodante por medio de un acantilado en trayectoria curvilínea con Toledo a la otra orilla como en un sueño telúrico. Un tramo de realismo mágico que sublimaba nuestros receptores sensoriales. Un paisaje catártico. La estampa era Puente de Alcántara, Castillo templario, cigarrales dispersos (casas-bien de campo diseminadas en ese acantilado a modo de graderío natural). Por el puente de San Martín entramos a la ciudad de las tres culturas, la Córdoba castellana. El frío hizo de las suyas a esas horas mañaneras, un airazo que nos hacía ya no estorninos, sino ovejas apiñadas movidas por un perro de agua, aire que vino ya no sé si por lo que se cernía sobre nuestras cabezas o por unas chicas que pasaron volando, cual centellas, por lo alto del Tajo enganchadas a una tirolina ribereña. ¡Qué pasada! (de airazo y de tirolina). 
Beatriz se desgañitaba a través de un megáfono (el mismo que le pedirán a los Reyes Magos este año Pedro, Maríajosé y José R.) interpretando la puerta chapada, el rastrillo, los matacanes de la torre defensiva de entrada -una Calahorra al uso-, el aceite hirviendo, las quicialeras,...Toledo a salvo. 
La subida desde el río nos llevó al Monasterio de San Juan de los Reyes. Cadenas colgadas de los cristianos liberados por la reina Isabel I daban fuerza a la fotografía. Estábamos en plena Judería (10% del casco histórico). De los 86000 habitantes de la capital manchega, sólo 12000 lo hacen intramuros.
El itinerario callejero nos permitió ver el escudo de Carlos V (aunque Toledo fue comunera en las Comunidades de 1521, la perdonó). En San Juan de los Reyes iban a ser enterrados sus Católicas Majestades si Granada no hubiese sido tomada. Pero cayó y no hubo duda. El Toledo judío fue Toledoth, y fue un gueto a  modo ciudadela en el que los hebreos ya fueron señalados con círculo rojo. Y hubo pogromos como en Córdoba, e historias feas que la historia dulzona e infatilista reciente no nos está queriendo contar con su crudeza porque es mejor vivir almidonado y empalagado según algunas y algunos pedagógicos popes. Y lo peor, con selección de capítulos, que es terrible (se pinta más con unos colores que con otros, y eso no puede ser si queremos educar en libertad y veracidad).
En el suelo, Beatriz nos enseño unos azulejitos minúsculos con los que se ha ido alicatando la judería toledana: son el candelabro de siete brazos (menorah), 'Sefarad' con forma de península Ibérica, y 'jai', el 18, número de la buena suerte en la cultura judaica. 
Por el dédalo de calles, llegamos a Santa María del Tránsito. Antes, refrigerio y piscolabis en un parque público de esos que ya no quedan en Córdoba en el que puedes pisar arena, albero o arcilla entre parterres y fuentes. Debate geográfico perdido por la ciudadanía califal, aunque siempre hay tiempo de arrancar losas y adoquines de granito para tirarlos a la cabeza de alguien (se me fue esto de las manos -en mi subconciente se oye el eco de "El Córdoba Club de Fútbol contra el racismo, la xenofobia y la intolerancia"-).
La sinagoga del Tránsito es una obra que teníamos que tachar de las visitas pendientes. Y no ha sido la única en este viaje. Nuestra guía la explicó magistralmente y en su discurso se sucedieron paralelismos con el chiquito templo cordobés de la Calle Judíos: epigrafías parietales, las orientaciones, el trabajo mudéjar, la galería de las mujeres, el estilo decorativo, la coetaneidad constructiva (s. XIV),...En el armazón de madera del techo, algunos palabras en árabe nos recordaban el sincretismo artístico que se vivió en la Tulaitulá de los siglos VIII al XI. Tulaitulá nos sonaba a Qurtuba.
El tercer jalón que nos esperaba era Santo Tomé, El entierro del Señor de Orgaz de Doménico Teotocopuli, el Greco. Frente al cuadro, Beatriz exploró cada uno de sus elementos (y mira que sí los hay), así como la poca fortuna que tuvo en vida el pintor cretense con Felipe II y, en general, con la clientela. El siglo XIX haría justicia cuando los viajeros europeos vieron en él al precursor de la modernidad, de las vanguardias, de los ismos. No hace mucho descubrieron la sepultura de Gonzalo Ruiz de Toledo,  que se enterró allí el 9 de diciembre de 1323 (aunque el retrato es a la moda del XVI con gorgueras, trajes negros,...). Si San Esteban y San Agustín bajaron del cielo para inhumarlo es por que "tal galardón recibe quien en vida a Dios sirve". Jorge Manuel, el hijo de Doménico, aparece en el cuadro, el que luego construiría la torre baja de la catedral. Aparece D. Andrés el cura, que ganó el pleito para que el cuadro se pintase (hasta Valladolid se fueron de juicio),...Un cuadro de Luis Tristán (Cristo de la Expiración, 1620) nos dejó admirados (todo el mundo le da el culo mirando al entierro de Orgaz puesto que está en el testero opuesto).
La última tienda de souvenirs (capítulo que hubiera merecido capítulo aparte) nos dio paso a las calles y a poder disfrutar del pozo-aljibe descubierto en 2002 en la plaza de El Salvador cuando iban a soterrar algún contenedor (Toledo no tiene ni en superficie ni soterrado tales colectores ya que sigue habiendo un carrero que recoge directamente las bolsas de basura de las puertas por la noche). Beatriz hizo una bella reflexión sobre la ciudad de arriba y la ciudad de abajo, esa que queda por conocer y que permite a los amantes del saber, de los que luego la ciudad se beneficiará, esperanzar que algún día puedan seguir apareciendo testimonios de su glorioso ayer ("Ojalá que los ojos de nuestros hijos vean más que los nuestros").
Salimos de bajo de tierra por una piquera metálica a modo de escotilla submarina en medio de la plazuela. Curiosa escena, una especie de parto magmático.
Del pozo al centro de poder, el cuadrilátero formado por la Catedral (sede del Primado español), el Ayuntamiento, el Arzobispado y el Palacio de Justicia. Impone el espacio por todo y por la Campana Gorda (17000 kilos de "San Eugenio", el campanón -no entramos en más detalles, jijijiji-). Sonó una vez y se rajó. La leyenda afirma que los cristales de Toledo y Madrid se hicieron añicos, y que las mujeres preñadas se pusieron a parir del estruendo y la vibración. ¡Qué susto!
Por las calles más céntricas terminamos en la plaza del Zocodover, centro neurálgico de la vida comercial y gastronómica de la capital autonómica. Tiempo de esparcimiento (sin comisión, recomendamos La Abadía, restaurante-cervecería). El mazapán y las toledanas llenaron algún estómago y las bolsas de los viajeros.
Quedada: 16. Bajamos del Toledo alto al bajo por una sucesión de escalera metálicas hasta la dársena (como varios Cortes-Inglés superpuestos).
Recuento de asientos, colocación de bolsas, y ese Pedro que se escucha por los altavoces decir: "-A continuación, la maestra que nos contará un chiste de Lucena....". No detectamos fiebre en el sujeto, pero era una hora tan mala y tan buena para el desvarío. A eso que José R. se cuela y  arrebatándole el micrófono, suelta: "-Esto eran unos novios de Lussena, que después de haber salido de la iglesia (-'Quesemametioelarrozenelojo-echapaotrolao'), llegan al lugar del convite, y los más allegados que les dicen: -¡Qué diga algo la novia!. Y dice la novia (con voz de tontorroncita): [Y ahora entra Maríajosé que coge el testigo del micrófono] -Qué codten er pan". Buaaaaa. Era malo el chiste, pero fue todo una representación magistral (por lo de maestros, no por el arte dado en tal improvisación -es recomendable la siguiente posología: 0-1-1, tras la comida y la cena, y pueden hacerlo con quien tenga al lado varias veces que seguro que le sentará bien. ¡Buaaaaaaa!.
La brújula volvió a señalarnos el pecho. Destino Córdoba. Merienda en Almuradiel (los profesores aprovecharon para elucubrar posibles retos viajeros, posibles propuestas para el instituto). Por Despeñaperros entramos en nuestra tierra, y a la altura de El Carpio comenzaron los mensajes de despedida. Primero Pedro, luego José R. y, finalmente, la madre del viaje, la que ha puesto empeño y abnegación a la empresa, Maríajosé. ¡Qué estudieís mucho en el poco tiempo que nos queda! Los tres mostramos satisfacción por haber compartido estos días intensos fuera de casa. Emotivas palabras, como las de anoche -ahora sin Alberto y Flavia-, que a todos les removió los adentros. Imagínense lo que se puede decir cuando uno lo ha sentido tanto.
Fin. Los tres confiamos en que el viaje no pasará en balde en la madurez de cada cual, que lo recordarán como todo docente recuerda algún viaje en su vida cuando éramos alumnos (personalmente el de Cazorla y las Alpujarras allá por junio de 1980), y que, con todo lo que hay que aprender y ver, si uno no se siente más pequeño en relación al mundo, más humilde, el viaje no habrá servido. Confiamos en que sirva y que dentro de un año, estos están en capilla ante la Selectividad, mientras otros estarán a la altura de Villafranca volviendo de su intercambio escolar madrileño. Y la vida seguirá viva.



























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